Lo que no nos enseñan del liderazgo… y un caballo te lo muestra claro

Cuando intentas forzar a un caballo a hacer algo que no quiere, su reacción suele ser clara y poderosa.  Puede tirar hacia el lado contrario, resistirse con todo su cuerpo o simplemente bloquearse.  Y es ahí donde muchas personas se equivocan: si entras en una guerra de poder con un animal que pesa más de 1,000 libras, llevas las de perder. Porque el caballo no solo tiene más fuerza, tiene la sabiduría instintiva de usar sutilmente tu fuerza… en tu contra.  No para castigarte, sino para enseñarte algo que quizá no estás viendo:

💡 El liderazgo no se impone. Se gana con presencia, escucha y confianza.

Lo importante no es imponerse, sino usar lo que él no tiene: la razón. Esa capacidad única del ser humano para observar antes de reaccionar, leer señales más allá de los comportamientos y elegir estrategias que construyan confianza en lugar de imponer miedo.  Es decir, mientras el caballo responde desde su instinto, nosotros podemos pausar, comprender y liderar con conciencia.

No es imponiendo como tenemos éxito, sino escuchando, comprendiendo, explicando, acompañando, probando otras estrategias.  En otras palabras: convenciendo. Y lo más importante, generando confianza para que el liderazgo sea aceptado, no temido.

Lo mismo sucede en muchas empresas. Muchas veces por proteger la autoridad, los líderes se vuelven rígidos.  Les cuesta soltar, aceptar otras miradas, dejar espacio a comentarios y sugerencias. Y en ese afán de sostenerlo todo, se pierde lo más importante: el respeto, la confianza… y a veces, el rumbo.

💡Liderar no es controlar, es observar, es comprender… y soltar a tiempo lo que ya no ayuda a avanzar.

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