¿Por qué no logro concentrarme? (La respuesta no es la que imaginas)

¿Te ha pasado que trabajas horas y horas, pero te sientes desconectado, disperso, como si algo faltara?  Quizá no es tu fuerza de voluntad la que falla.  Quizá tu esencia personal te está pidiendo propósito, curiosidad, sentido verdadero.

Hoy quiero compartirte una reflexión que puede cambiar la forma en que entiendes tu enfoque, tu energía y tu camino.

Vivimos en una época donde la velocidad, la productividad y los resultados inmediatos son los celebrados. Donde cada herramienta promete hacernos más eficientes, más rápidos, más competitivos. Sin embargo, cada vez más personas buscan ayuda porque sienten que, a pesar de sus esfuerzos, no pueden concentrarse. Trabajan muchas horas, cumplen los objetivos, se esfuerzan, pero algo dentro de ellos sigue disperso, inquieto, desconectado. ¿Es falta de disciplina? ¿Debilidad de voluntad? ¿Carencia de técnicas de mindfulness?

No necesariamente, la raíz suele ser más profunda y mucho más humana: falta de significado.

El mito de la falta de concentración

Muchos creen que su dificultad es técnica: que necesitan mejores métodos para organizar su agenda, o nuevas apps para controlar su atención.  Pero la verdad es que la mente sigue al corazón, y si el corazón no está conectado a lo que haces, la mente no podrá mantenerse allí, por más estrategias que intentes.

No podemos concentrarnos en algo que no amamos.  Cuando lo que hacemos no nos mueve, no nos emociona, no nos enciende de alguna forma, el esfuerzo mental se vuelve una batalla agotadora.

El olvido de la imaginación

En un mundo donde todo está resuelto en segundos, hemos perdido algo vital:

  • Dejamos de observar una flor crecer lentamente.

  • Dejamos de leer novelas que nos obligaban a imaginar paisajes y rostros.

  • Dejamos de explorar mapas antes de un viaje, soñando cómo sería el destino.

  • Nos dejamos vencer ante la emoción de la vulnerabilidad – y si no les gusta, y si no es suficiente, y si no puedo -  en lugar de imaginarnos cómo nos veremos y cómo nos sentiremos al lograrlo, al llegar a la cima.

Hoy vemos todo en videos, recibimos respuestas listas, análisis ya hechos y nos quedamos sin el espacio sagrado donde la curiosidad y la creatividad se entrenaban.  Y olvidamos que sin curiosidad y sin imaginación, el propósito también se duerme.

¿Cómo recuperar el enfoque verdadero?

No se empieza forzando la mente.  Se empieza reactivando tu energía interior.

¿Cómo?

  • Explora: Sal de lo conocido, prueba cosas nuevas, experimenta.

  • Estudia: Lee, investiga, analiza, aprende de algo que despierte tu interés.

  • Imagina: Sueña despierto otra vez, como cuando eras niño.

  • Siente: Observa ¿qué te hace vibrar? ¿Dónde sonríes sin darte cuenta? ¿Qué actividades elevan tu energía?

  • Descubre: ¿Qué de lo que estás haciendo te asusta o no te gusta? y busca formas creativas de darle sentido.

  • Acepta: La vulnerabilidad a veces puede limitarnos,  párate en la vulnerabilidad y da el paso para las actividades, las decisiones y las acciones que quieres tomar.

Recuerda: La curiosidad es la chispa, la creatividad es el fuego y el propósito es el hogar.

Cuando activas la curiosidad y la creatividad, tu propósito empieza a tomar forma. Y cuando encuentras tu propósito, el enfoque llega como un regalo, no como una obligación.

Si hoy sientes que no puedes concentrarte, no te castigues, quizá no es que no puedas, es simplemente tu voz interior invitándote a explorar algo más profundo: un nuevo sueño, una nueva búsqueda, un nuevo sentido. No intentes controlar tu mente a la fuerza, primero imagina y luego enfoca.  Porque la concentración verdadera no sigue la lógica, sigue a la pasión.

Por Dunia Morales
Facilitadora de transformación, liderazgo consciente y aprendizaje experiencial con caballos.

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¿Y si la incomodidad que sientes es solo una señal de que estás lista para un nuevo comienzo?