¿Y si hundimos el barco?
Hundir el barco no es fracasar. Es volver a elegir con propósito.
Crear el barco que nos lleva a vivir con propósito
A veces seguimos remando por miedo. Nos aferramos a un trabajo, una relación o un proyecto que ya no avanza, creyendo que si nos esforzamos más, algún día llegaremos. Pero los años pasan… y seguimos viendo el mismo muelle de partida, como si estuviera atado a la orilla.
Nos convencemos de que la perseverancia lo es todo. Que rendirse es de débiles. Pero, ¿y si lo que llamamos perseverancia es, en realidad, miedo disfrazado de virtud? ¿Y si el coraje no está en remar más fuerte, sino en tener la lucidez de reconocer que ese barco ya no te llevará a ningún lugar que valga la pena?
Cuando el esfuerzo deja de tener sentido
Un fundador de una agencia de marketing digital tenía una cuenta tóxica que le pagaba $8,000 al mes. Era rentable… al menos en apariencia. Pero esa cuenta le consumía el 70 % del tiempo de la energía de su equipo. Un día, su CEO le dijo:
“¿Y si en vez de salvarla, la hundimos y creamos una nueva?”
Esa frase cambió todo. Decidieron dejar ir al cliente, rediseñar la oferta de la agencia, y apostar por un modelo más coherente con su visión. Pocos meses después, cerraron un contrato de $250,000 con un cliente nuevo. Hundieron el barco viejo… y zarparon en uno mejor.
Esa es la paradoja: a veces, soltar no es perder, es liberar energía para crear algo más grande, más fuerte, más alineado con quién eres hoy.
No basta con hundir el barco. Hay que tener una nueva visión.
Aquí surge una reflexión que me acompaña desde hace tiempo: Muchos deciden hundir el barco, pero sin tener una visión de uno mejor. Simplemente lo queman, lo hunden, y se quedan con eso.
Y entonces sobreviene el vacío. La sensación de libertad mezclada con desconcierto. El alivio de soltar, pero también la falta de dirección.
Hundir el barco sin propósito es como romper las cadenas y no saber hacia dónde caminar.
La verdadera transformación comienza cuando, después de soltar, eliges construir desde la claridad de tu propósito.
El propósito: el nuevo timón
El propósito no es una meta externa, ni una frase inspiradora que se repite frente al espejo.
Es una brújula interior que alinea tus decisiones con tus valores, tu razón y tu visión del futuro.
Cuando sabes por qué haces lo que haces, cada paso cobra sentido. El esfuerzo deja de doler, porque ya no estás remando por miedo, sino navegando por convicción.
Vivir con propósito no significa que no habrá tormentas, sino que tendrás dirección incluso en medio de ellas. Y eso cambia todo.
Lo que más me inspira ver
Eso es lo que más me inspira en mis talleres: Ver cómo las personas cambian su perspectiva, reconectan con sus valores y comienzan a remar con propósito. A veces llegan agotadas, creyendo que deben seguir remando más fuerte… y descubren que el verdadero poder está en cambiar de barco.
No se trata de hundir por hundir, sino de crear con intención. De dejar atrás el miedo y abrazar la posibilidad de construir algo nuevo, más coherente con lo que realmente son.
Porque, al final, hundir el barco no es el final del viaje, sino el comienzo del regreso a ti.
¿Estás remando por miedo o navegando con propósito?